Partener

 

Y estas allí, en el puente de las ambigüedades y los sollozos, que juntos recorremos. Estás allí, siempre que la abstinencia se hace presente con un ruido seco, constante.
Me gustaría saber, porque dejas que tan vanas ideas se alojen y, sin esfuerzo alguno, roen tu mente; como es que dejas tus pensamientos oxidarse.


¿Es acaso el aire lo que tanto daño te causa?


Abandonas tu mente a la buena de Dios, del cielo, déjame recalcar. Dejas que el oxígeno llegue a ella y masturbe sus cavidades sutilmente. A veces quisiera que dejaras todo atrás; que no permitas que la sal descienda por tu rostro y que no dejes que esto sea una cuestión de tiempo…


Barajo la posibilidad de que todo lo que pueda haber llegado a escribir resulte confuso, híbrido, sin forma alguna; pero...¿Haz notado? ¡Te quiero! Por eso te protejo, te maltrato hasta aburrirte. ¡Soy yo quien debe hacerlo, no cualquier conocido distante, ajeno a tu mundo!



Y siento la maldita impotencia, la siento más de lo que crees.


Quiero poder alegrarte el día como vos lo haces, con un simple abrazo que proteja el niño que llevas dentro, que lleve tus miedos hacía un acantilado.