Dejame contarte el cuento
de la pequeña
que siempre levantaba sus manos al cielo
buscando tocar el sol,
una vez más:
Era tan delgada,
tan nívea,
tan frágil,
'Ya no me olvides,
estas despedidas abruptas
solo le traen a mi corazón
más rusticidad'; decía.
Y te abrazaba,
te abrazaba por la espalda,
te recorría el vientre
con sus manos delicadas...
Te lloraba,
te lloraba tanto en la oscuridad...
Te deseaba.
Y en estos lapsos de tiempo,
las horas desaparecían para ella.
Te esperaba,
y no comía:
'En cada suspiro te vas más lejos;
esto sólo vuelve mi alma más fuerte'.
Y le mentías...
Lloraba,
te lloraba tanto en la oscuridad...
'¿Qué son estos, sino, obstáculos?
Este amor todo lo puede,
de eso estoy segura'
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