14.11.12

Sol.

Dejame contarte el cuento 
de la pequeña 
que siempre levantaba sus manos al cielo 
buscando tocar el sol, 
una vez más: 

Era tan delgada, 
tan nívea, 
tan frágil, 
 'Ya no me olvides, 
estas despedidas abruptas 
solo le traen a mi corazón
 más rusticidad'; decía. 

Y te abrazaba, 
te abrazaba por la espalda,
 te recorría el vientre
 con sus manos delicadas...

Te lloraba, 
te lloraba tanto en la oscuridad...
Te deseaba. 

Y en estos lapsos de tiempo, 
las horas desaparecían para ella. 
Te esperaba,
 y no comía: 
'En cada suspiro te vas más lejos; 
esto sólo vuelve mi alma más fuerte'.

 Y le mentías...

Lloraba, 
te lloraba tanto en la oscuridad...
'¿Qué son estos, sino, obstáculos? 
Este amor todo lo puede, 
de eso estoy segura'

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